El sedicente experto científico del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer se ha caracterizado, además de por su falta absoluta de empatía y por no ser más que una marioneta en manos de sus amos políticos, por -siendo sencillos- no dar ni una.
No habría más de uno o dos casos,
las mascarillas no serían necesarias, la cosa iba mejorando, la variante británica
(o la hindú) no sería prevalente, las cosas volvían a mejorar… Daba igual lo
que dijera, lo que ocurría era siempre lo contrario. Y lo contrario era,
indefectiblemente, lo peor.
Por eso, cuando hace unos días
decía que el impacto irá siendo progresivamente menor, sólo cabe llegar,
desgraciadamente, a una conclusión: el impacto irá siendo progresivamente mayor.
Que Dios nos coja confesados.
Por ello, y por mucho más…
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