La degeneración intelectual de la izquierda española ha sido algo palpable e imparable durante los últimos treinta años. Cuando Alfonso Guerra colocó a su hermano Juan en un despacho de la delegación del Gobierno en Andalucía, al menos le dio unas funciones (la de asistente de suemmano), aunque luego se dedicara a otras por las que se le acusó de cohecho, fraude fiscal, tráfico de influencias, prevaricación, malversación de fondos y usurpación de funciones.
Los neocom, más estúpidos,
más soberbios o más de las dos cosas, ni siquiera han sido capaces de explicar
las funciones de la niñera asesora, o de la asesora niñera, de la ninistra de
Lomismodá y marquesa de Villa Tinaja.
En efecto, ni la gerente ni el
tesorero de Potemos han sido capaces de explicar durante sus respectivas
comparecencias en sede judicial qué funciones concretas desempeñaba para el partido la susodicha. Tampoco han podido explicar qué labor realizó cuando viajó a
Alicante en Octubre de 2019.
Vamos, que simplemente pasaba por allí, como quien dice.
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