Ya Eric Blair señaló, en su conocida Rebelión en la granja, que cuando se monta una revolución en nombre de los oprimidos, lo único que a la postre se consigue es cambiar unos opresores por otros.
Ha pasado en todos y cada una de
las revoluciones que en el mundo ha habido: de la de Cronwell a la rusa
o la china, pasando por la francesa. Es decir, que los cabecillas de la
revolución no quieren derribar al califa: quieren, como Iznogud, ser califas en
lugar del califa.
Y si en España algunos alcaldes
-de izquierdas, fundamentalmente- se saltaron la cola a la hora de
recibir las vacunas contra la Covid-19, en Bolivia ha sido la hija del cocalero
venido a más (¿cómo se llamará? ¿Adana, quizás, para mantener la tradición
familiar?) la que se vacunó antes de tiempo.
Por ello, y por mucho más…
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