Probablemente la única cosa cierta que han dicho los enemigos internos de España -esto es, comunistas, terroristas y golpistas- es que la nuestra es una democracia imperfecta.
Y lo es por culpa de los dos principales
partidos -socialistas y populares-, uno por acción y otro por omisión. Los primeros
politizaron toda la organización del Estado, con lo que una democracia de
iure se transformó en una partitocracia de facto. Los segundos no
aprovecharon sus etapas de gobierno -algunas con mayoría absoluta- para
deshacer tan perniciosa corrupción del entramado institucional.
Y como de aquellos polvos vienen
estos lodos, cuando uno lee que el presidente del Tribunal Constitucional bloquea la sentencia que declara inconstitucional el estado de alarma del gobierno, lo primero que se le viene a la mente es que el susodicho fuera
propuesto por el PSOE; pero no, resulta que si uno bucea en Internet, está
etiquetado como conservador. Será, pues, un mariacomplejado.
Por ello, y por mucho más…
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