El Sábado pasado, por la tarde -hacia las seis y media-, recibí la segunda dosis de la vacuna contra la Covid-19. De Pfizer, como la mayoría de mi familia y conocidos.
Fue, por tanto, una contribución personal
al objetivo proclamado por el psicópata de la Moncloa hace cosa de un mes,
cuando dijo que en cien días estaría vacunado el setenta por ciento de la
población. De acuerdo con El Pis, que es de donde he sacado la información,
ese plazo, que comenzó descontando día tras día pero que ha parado -¿porque no está
seguro de, o está seguro de no, poder cumplirlo?-, finaliza el veinte de Agosto
(estaré atento).
El Viernes pasado -cuando escribo
esta entrada, son los datos más actualizados que había en la página web del ninisterio
de Mortandad- habían recibido la pauta completa de vacunación trece millones
novecientos treinta y nueve mil quinientos sesenta y cuatro personas, lo que
supone un veintinueve con cuatro por ciento de la población. Teniendo en cuenta
que ese día faltaban sesenta y uno para la finalización del plazo -si Excel
no miente-, uno podría contemplar con escepticismo la posibilidad de que la
meta se alcance.
Si tal cosa ocurre...
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