El indulto supone una cierta humildad -incluso una cierta humillación- por parte del delincuente, que reconoce su delito, muestra arrepentimiento y pide perdón (siquiera de boquilla).
Nada de esto ocurre con los
golpistas catalanes: los que están fuera de la cárcel desprecian en público la
oferta de Sin vocales y exigen amnistía y autodeterminación; los que
están dentro dicen alto y claro, no que lo volverían a hacer, sino que lo volverán a hacer.
Con gente así sólo cabe echar la cerradura y tirar la llave. Y que se pudran.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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