lunes, 28 de junio de 2021

¿Qué esperabais, almas de cántaro?

Albert Einstein dijo aquello de que sólo hay dos cosas infinitas, el Universo y la estupidez humana… y de lo del Universo tampoco estoy completamente seguro.

A pesar de ello, uno imagina a veces que sí, que la estupidez humana debe tener algún límite. Son esos casos en lo que se piensa, o incluso se dice el alta voz, que nadie puede ser tan tonto, por más muestras que dé de una aparente idiocia.

En el último episodio de la crisis con Marruecos -porque decir la última crisis supondría no entender que las relaciones entre los dos países a ambos lados del estrecho de Gibraltar nunca han sido lo que se dice buenas-, el moro gurrumino envió a cientos de menores de edad a cruzar la valla entre Marruecos y España en la ciudad de Melilla. ¿La excusa? Que el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer había introducido de tapadillo en España al líder del Frente Polisario.

Al igual que nadie en el servicio diplomático español parece tener dídimos suficientes para afirmar, sin miedos ni complejos, que Gibraltar es español, tampoco parece tenerlos para decir que el Sáhara Occidental no es Marruecos. Eso, dejando aparte que el transportado parece ser una joyita culpable de torturas, abusos y una lista de crímenes más larga que la de la compra en tiempos de pandemia.

Y así, mientras el tirano alahuita manifiesta rota la confianza con  España y compara el Sáhara con Cataluña, el psicópata de la Moncloa sólo alcanza a balbucear que considera inaceptable que Marruecos admita haber utilizado la inmigración contra España.

Todo vale, en el amor y en la guerra. Y estamos en guerra con la morisma desde hace casi milenio y medio… y lo que queda.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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