Los giliprogres practican la ley del embudo, o la doble vara de medir, en su versión más pura: se creen con derecho a todo, mientras que los demás, cuando hacen lo mismo que ellos aunque sea en una fracción ínfima, son criticados sin piedad.
Con una diferencia de un mes, los
tribunales han propinado un par de bofetadas bastante sonoras al gremio izquierdoso,
ambas en relación con la libertad de expresión. La primera fue una sentencia
del Constitucional, en la que establece que la libertad de expresión no ampara llamar
asesino en redes sociales a un torero recién fallecido. Ya no entramos
en la incorrección semántica, puesto que sólo se puede asesinar a un ser
humano, sino en que la libertad de expresión tiene límites.
Límites dentro de los cuales se
encuentra el hacer poemas satíricos contra las mujeres públicas (¿no queríais
lenguaje excluyente? Pues tomad), ya que los mismos no vulneran el derecho al
honor.
En cualquier caso, resulta harto complicado vulnerar algo que no se tiene…
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