Por si hicieran falta más pruebas -a los que lo sabemos nos resultan reiterativas; a los que no lo admiten les resultan ienficaces- de que los golpistas catalanes juzgados, condenados y enchironados están dispuestos a volver a las andadas, y de que nada de lo que se pueda hacer, ceder o conceder desde Madrid, servirá para saciarles, a finales de Mayo volvieron a demostrarlo.
En efecto, la sedicente asamblea
nacional catalana abogó por dar otro golpe de Estado sin esperar a los
resultados de la mil veces prometida (y mil veces pospuesta) mesa de diálogo,
que más bien debería llamarse mesa para que los golpistas enculen a España.
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