lunes, 7 de junio de 2021

Que me apunten en la lista de los revisionistas

Si eliges a los candidatos para un puesto político en función del tirón que puedan tener entre la gente, en lugar de atender a su capacidad de gestión o a su talento dialéctico, luego pasa lo que pasa.

Y lo que pasa es que esos candidatos caen en el ridículo más absoluto y, de rebote, cae también el que los eligió, aunque nadie parezca acordarse del responsable de la elección. Tengo que reconocer que yo tampoco caí cuando apareció la noticia que comento en esta entrada, hace ahora cuatro semanas. De hecho, la idea me ha surgido cuando he empezado a escribir este segundo párrafo.

A José Hernández, Pepu, entrenador de baloncesto de éxito, seleccionador nacional, persona básicamente decente en mi opinión -aunque creo recordar que alguna cosilla salió sobre una estratagema, por lo demás perfectamente legal, para pagar menos impuestos-, el puesto de candidato a la alcaldía de Madrid le venía, no grande, sino enorme. Digamos tamaño Marc Gasol antes de que se pusiera a dieta, para entendernos y seguir en el ámbito de la canasta.

El puesto de alcalde también estaba por encima de sus talentos. Incluso el de líder de la oposición en el Ayuntamiento de Madrid, y más con un primer edil como Almeida, con cierta facilidad de palabra e ingenio probado.

Hace un mes, el grupo municipal de los de la mano y el capullo votó a favor de dar la medalla de Madrid a Andrés Trapiello, aunque manifestando que cuestionaban que se pudiera premiar el revisionismo de la Historia que Trapiello representaría. Preguntado sobre el tema, el señor Hernández dijo vaguedades, como que no compartían alguna de sus opiniones, o que no estaban profundamente de acuerdo (por lo visto, hay distintas cotas de acuerdo, al menos desde la óptica de los socialistas). Eso sí, cuando le preguntaron en qué es exactamente revisionista Trapiello, Hernández sólo pudo balbucear que no sabía en qué punto exactamente estaban en desacuerdo (supongo que es la versión 2.0 del de qué se discute, que me opongo), y que para ellos revisionismo es que algo que estaba perfectamente aceptado ahora ya no lo está.

Para colmo, un par de días después, el ninistro de Incultura (que, a pesar de mi chiste, es de suponer que algo sabrá del tema… aunque sea filósofo del Derecho), les llevaba la contraria a todos los concejales socialistas de la Villa y Corte, al decir que Trapiello no es revisionista en absoluto.

En realidad, sí que lo es, si atendemos a lo que ellos entienden por revisionista (esto es, aquél que cuestiona la verdad oficial de la izquierda). Pero es muy divertido ver cómo se llevan la contraria unos a otros…

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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