sábado, 12 de junio de 2021

Dictadura impopular

Decir que el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer muestra los rasgos y actitudes característicos de una dictadura es casi un pleonasmo. La izquierda en general, sea moderada o extrema, es esencialmente liberticida, pues no concibe permisible modo de pensar alguno que no sea el suyo.

Históricamente, este rasgo se ha dado con mayor fuerza en la izquierda española. Desde la tantas veces aquí repetida afirmación paulina de que los de la mano y el capullo -en aquel entonces el yunque y la pluma, si no me equivoco- actuarían al margen de la Ley cuando el hacerlo dentro no les permitiera alcanzar sus fines, poco ha cambiado.

En la segunda república, esa especie de santo laico del giliprogrerío que es Manuel Azaña -y entre sus adoradores incluyo a los maricomplejines- dijo, más o menos, aquello de que la vida de cien derechistas no vale lo que la de una persona de izquierdas. De izquierdas de su cuerda, se entiende, que ya sabemos cómo acabó Andrés Nin.

Y las dos patas del consejo de ninistros muestran esos rasgos que digo: entre otros, los de impunidad para la élite y paranoia entre ellos. Muestra de lo primero es que el ninistro Pekeño se niegue a investigar si el Chepas usó una escolta privada ilegal; muestra de lo segundo, que el departamento neocom de asuntos internos investigó la tesis doctoral de Sin vocales; aunque un servidor, la verdad, no ve qué tiene eso de interno.

Y luego hay gente que les vota.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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