Desde la estrategia de las mociones de censura que salió rana, el Rasputín de la Moncloa anda como algunos boxeadores cuando les sueltan un buen directo: sonado.
Donde antes llevaba la
iniciativa, ahora reacciona. Y como lo hace sin pensar, comete errores: en Murcia,
en Castilla y León, en Madrid… El más importante de los errores es pensar que
sus viejos trucos seguirán funcionando, que la gente se tragará las
declaraciones pomposas y efectistas.
Esto, unido a una ambición
desmedida, hace que caiga en el ridículo. Como cuando en el Congreso de los
Diputados, tras anunciar la creación de una Nasa española, afirmó que se tiraría por un barranco por Pedro Sánchez.
Como he leído por ahí: no por; con.
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