Hubo un tiempo en que España era la primera potencia mundial. Durante algo más de un siglo, nada se movía en el mundo sin que afectara a España, y nada se movía en España sin que afectara al mundo. Incluso cuando una civilización tan cerrada como la japonesa envió embajadores a Occidente, lo hizo al reino que señoreaba sobre la práctica totalidad de la península ibérica.
Pero todo tiene sus ciclos, y España
no iba a ser menos. Como tantos grandes imperios antes que ella, y algunos
después de ella -Francia, Reino Unido, Alemania, la Unión Soviética, Estados
Unidos…-, fueron perdiendo protagonismo. Pero algo nos diferencia de esas
naciones, y no precisamente para bien.
Es, en realidad, una diferencia doble:
en primer lugar, esos países no se avergüenzan, en general, de su historia
(salvo los inevitables grupúsculos giliprogres, empeñados en contemplar
el pasado con sus sectarios ojos presentes); en segundo lugar, esas naciones
han procurado, de alguna manera, reinventarse, para seguir haciendo oír su
voz en el guirigay del concierto internacional.
España, no. Desde Rocroi,
prácticamente, todo ha sido un lento pero continuo declinar. Sólo en contadas
ocasiones -la guerra de independencia de las colonias inglesas en Norteamérica,
el franquismo (sí, el franquismo: Occidente nos necesitaba como baluarte contra
el comunismo, ¿o es que Franco habría durado cuarenta años en el poder y muerto
de viejo en la cama, con todo un país en contra -Cuéntame cómo pasó
dixit-, de no haberlo permitido los poderes que regían el mundo?), Aznar- hemos
vuelto a pintar algo (poco, pero algo) en la escena internacional.
Con los suciolistos ha
sido metedura de pata tras metedura de pata: Isidoro se dedicó a lamerle
el tafanario a Monamí Fransuá, un sujeto tan poco de fiar como puede
serlo un político francés de izquierdas; zETAp se dedicó a enemistarse con Estados
Unidos, coaligarse con una teocracia genocida y homófoba y unirse a un par de
perdedores internacionales como Schroeder y Chirac; y del psicópata de la Moncloa,
¿qué decir? Pues que es una versión corregida y aumentada (esto es, empeorada)
del padre de las trolls: apoya a Cuba, apoya a Venezuela, no pinta nada en
Europa, no pinta nada en el mundo y el presidente de Estados Unidos -un pedófilo
medio senil- no le hace ni refitolero caso. En los diccionarios multimedia
debería aparecer el video de Sin vocales caminando al lado de Joseph Biden,
sin que este se digne siquiera desviar la mirada en su dirección, como ejemplo
ilustrativo de que el mejor desprecio es no hacer aprecio.
Claro, que como siempre hay una
idiota disponible para decir una idiotez, tuvo que salir la titular de Chapuzas
Exteriores para acabar de rematar la faena: si Masturbito habló de conjunción
planetaria, a González Laya no se le ha movido un músculo al presumir de
que Pdr Snchz estuvo media hora con Biden y con los otros veintinueve
líderes (es decir, que suponiendo que el americano le dedicara toda su
atención, le concedió un minuto) y de que tuviera ocasión de departir unosminutos antes del paseo (paseíllo, más bien).
¿A quién se creen que engañan? La (no) mirada de indiferencia de Biden, olímpica.
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