martes, 29 de junio de 2021

Reflexiones atemporales LVII – No hay cuestión

Por parte de los secesionistas catalanes, de sus cómplices de izquierdas y de algún mariacomplejado despistado es frecuente emplear la expresión cuestión catalana para referirse a los problemas planteados en esa región de España.

Cuando, en realidad, no existe tal cuestión. Cataluña, nunca me cansaré de decirlo, nunca fue históricamente más que un apéndice de: del imperio carolingio, en tiempos de la Marca Hispánica; del condado de Barcelona, una vez fue avanzando la Reconquista; de la Corona de Aragón, cuando por matrimonio se unieron ambas zonas.

Únicamente desde hace un siglo y medio se viene planteando esa ficticia cuestión. Porque aunque aludan a la Guerra de Sucesión española, donde teóricamente Cataluña habría perdido, en la delirante mitología separatista, su independencia, no recuerdo que entre 1.714 y el último cuarto del siglo XIX hubiera nada remotamente identitario en la vida catalana; nada que apareciera en mis asignaturas de Historia (que, he de decir, era una materia que no se me daba nada mal).

Fue entonces -hace doce o quince décadas, quiero decir- cuando aparecieron algunos que sacaban a colación la cuestión. Individuos a los que se reconocía porque -en alguna parte lo he leído, aunque no he logrado encontrar dónde- eran los más simples o más piraos de la localidad. Individuos que se arrogan la representación de toda la región y que, con la perenne amenaza de abandonar España, se dedican a parasitarla como las sanguijuelas que son.

Individuos que estuvieron callados como los cobardes que son durante los cuarenta años del franquismo, porque estaban bien amamantados económicamente.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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