La conjunción entre los
socialistas españoles y la verdad, como no me canso de repetir -quizá los lectores
del blog sí que se cansen de leerlo, pero si vienen aquí más de una vez, ya
saben dónde se meten-, es algo que se produce rara vez, y nunca intencionadamente;
sí por descuido o por error.
Dicho esto, en otras épocas los cuadros
de los de la mano y el capullo tenían un cierto nivel intelectual, lo que les
permitía mentir con habilidad o, al menos, con desparpajo (diez millones de
españoles hubo que se tragaron lo de cien años de honradez, conque mira tú).
Ahora, tras esos émulos del caballo de Atila que han supuesto Rodríguez y
Sánchez, en el partido fundado por Senior no hay casi más que medianías,
por no hablar lisa y llanamente de nulidades intelectuales.
Por lo tanto, lo que es mentir,
siguen haciéndolo. Pero lo hacen tan rematadamente mal que se les pilla
enseguida. Y son tan estúpidos, o están tan pagados de sí mismos, o una
combinación de ambas cosas, que piensan que pueden seguir engañando a la gente.
Sobre todo, a la que hay al otro lado de los Pirineos, donde no se chupan
precisamente el dedo.
Sólo así se explica que el
sedicente Programa de Estabilidad remitido a la Comisión Europea adolezca de
graves inconsistencias. Y cuando digo graves, quiero decir graves:
porque el agujero en las cuentas, más que un agujero, es un joyo profundo hasta decir basta. Y el inflamiento en los ingresos previstos
se ha pasado un poquitirrín.
Digamos unos cuarenta y ocho mil millones de euros.
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