Que la juventud es una etapa de la vida en la que se suele ser básicamente irresponsable es algo bastante asumido. Pero de ahí a hacer el gilipollas con derivadas casi suicidas media un abismo.
Que unos adolescentes en viaje de
fin de curso se desmadren de mala manera resulta, por desgracia, harto
frecuente. Sin embargo, hacerlo con una pandemia campando a sus anchas por el
mundo resulta -siendo suaves- bastante imprudente.
Y eso es lo que hicieron en
Mallorca una horda de adolescentes, que han provocado un macrobrote en el
archipiélago y ha hecho que las autoridades regionales -a cuyo frente se
encuentra la dipsómana noctámbula de apellido Armengol- les confinen en un
hotel de Palma.
Hotel del que han salido más de ciento setenta ante el enfado monumental del gobierno balear. Y lo han hecho porque el Tribunal Superior de Justicia de Baleares ha tumbado el confinamiento forzoso de los jóvenes que han dado negativo o no se les ha practicado la prueba.
Tras conocer la sentencia, el consejo
regional de gobierno aseguraba que el fallo pone en peligro toda la política
sanitaria que ha establecido, no sólo el Govern, sino también el Gobierno
central a lo largo de la pandemia. Desde el ejecutivo autonómico también se
ha instado a los confinados en el hotel a que mantuvieran el aislamiento por
precaución sanitaria, aunque la petición ha servido de poco.
Teniendo en cuenta lo
rematadamente mal (lo criminalmente mal, podría decirse) que lo ha hecho el
desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer, y el mal
ejemplo que han ofrecido los miembros del consejo regional de gobierno, que los
jóvenes no les hayan hecho ni refitolero caso resulta bastante poco llamativo,
la verdad sea dicha.
Por ello, y por mucho más…
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