Cuando un político español rectifica, puede hacerlo por dos razones: si es de derechas, es porque adolece de maricomplejinismo (esto es, se trata de un cobarde); si es de izquierdas, es porque está mintiendo, pues realmente nunca pensará que se ha equivocado y, por tanto, jamás considerará la posibilidad de rectificar sinceramente.
Es el caso de Cándido
Conde-Pumpido, político al fin y a la postre aunque haya sido fiscal general
del Estado (cuando gobiernan los socialistas, parece una constante, del Pollo del pinar a la Garzona), magistrado del Supremo y ahora del Constitucional.
Se filtró su voto particular en la sentencia sobre el estado de alarma, en la
que llamaba a los que mantuvieron una postura contraria a la suya de todo menos
bonitos; y ante el escándalo suscitado dijo que su voto particular filtrado correspondía
a un borrador, no definitivo, al tiempo que señalaba:
Lamento que algunas de las expresiones desafortunadamente contenidas en el borrador, y que son fruto de la discrepancia propia del arduo debate jurisdiccional sobre asuntos especialmente complejos y relevantes, han molestado a mis compañeros de la mayoría, a quienes pido disculpas. De ellos, solo puedo resaltar su integridad, solvencia y compromiso intelectual, así como mi admiración por su profunda formación jurídica y su noble dedicación a la tutela de los derechos fundamentales de todos los ciudadanos. Con independencia de la pluralidad de pareceres, que solo puede enriquecer las resoluciones de este Tribunal, he de manifestar que para mí resulta un orgullo y una satisfacción deliberar con ellos.
Vamos a ver: si consideras que el
que discrepa contigo tiene solvencia intelectual y profunda formación
jurídica, no puedes calificarle, sea en un borrador o en la lista de la
compra, de lego en Derecho. Vamos, creo yo: o una cosa o la otra. Porque
si son las dos, o eres un embustero, o un hipócrita, o careces de principios. Aunque
en el caso del nada cándido Cándido, son más bien las tres cosas…
Por ello, y por mucho más…
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