Uno de los elementos esenciales de la figura del indulto -como lo es también del cristiano sacramento de la penitencia- es el arrepentimiento del indultado. Se le perdona porque está convencido de que lo que hizo estaba mal y está firmemente decidido a no volver a hacerlo.
En un lapso de diez días, los
golpistas catalanes han dado sobradas pruebas de que el indulto que se les ha
concedido lo ha sido por razones única y exclusivamente políticas. Porque, de
arrepentimiento y propósito de la enmienda, nada de nada.
Recién salidos de la cárcel,
proclamaron todos a una que lo volverían a hacer. Y ayer mismo, ese peso
pesado de la política en la región declaraba que repetiría el butifarrendum
II, pero mejor, siendo más y más fuertes.
Al trullo, tenían que volver todos. Y los que les han indultado, detrás. Y tirar la llave bien lejos.
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