La pandemia causada por la Covid-19 ha tenido la repercusión que ha tenido por la (valga la expresión) la virulencia de la misma, en el sentido de que el virus parece ser fácilmente transmisible (o más transmisible que virus equivalentes).
Pero también ha jugado un papel
nada desdeñable la estupidez, en general, de las personas, ya sean ciudadanos o
gobernantes. Cuando se han tomado las medidas apropiadas y se han seguido con
civismo, el impacto sanitario -y, de rebote, económico- ha sido mínimo (no
recuerdo bien si Corea del Sur es uno de esos ejemplos). Cuando los gobiernos
no han tomado las medidas oportunas, la pandemia se ha extendido, la gente ha
caído como moscas y la economía se ha hundido.
Y cuando la gente hace el
gilipollas -pues no hay otro modo de calificar el hecho de que más de veinte mil personas, sin distancia social, acudan al festival de Cruilla en Barcelona-,
lo que cabe esperar es el repunte que se está produciendo últimamente. Y dado
que el ejecutivo nacional lleva más de un año haciendo dejación de funciones,
salvo para acaparar poder y colgarse medallas, la coletilla habitual de estas
entradas sigue siendo apropiada.
Por ello, y por mucho más…
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