La actual clase política de izquierdas, sobre ser malvada y necia, es desagradablemente grosera. Porque a un contrario -incluso a un enemigo- puedes llegar a respetarlo si muestra un mínimo de educación, de urbanidad.
Pero si es maleducado, sucio,
embustero, faltón… entonces merece la más severa de las condenas. Y no
únicamente la social, sino incluso la jurisdiccional, a lo que parece. Porque el
Tribunal Supremo condenó a un juez por llamar lego a otro. Y Cándido
Conde-Pumpido ha faltado el respeto de modo más severo, no a un juez, sino a
media docena. Los que han emitido un voto contrario al suyo, y a los intereses
del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer, en la
sentencia que declara la inconstitucionalidad del primer estado de alarma decretado
por el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer.
Por ello, y por mucho más…
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