El desprecio que izquierdistas españoles y secesionistas periféricos muestran por el ordenamiento jurídico sólo corre parejo al de su desfachatez al saltárselo a la torera.
Tomemos el caso del voto particular de Cándido Conde-Pumpido en la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el primer estado de alarma decretado por el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer. La filtración del mismo supone una violación de la reserva de sus funciones. En cualquier otro caso, tal hecho habría supuesto su cese inmediato. En el presente estado de cosas, y con semejante individuo, ¿cesará? Ya os digo yo, queridos lectores, que nasti de plasti.
Por ello, y por mucho más…
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