Los golpistas catalanes añaden la desfachatez a la ofensa. Ya sabemos que se saltan la Ley y las resoluciones judiciales a la torera, sean propias o ajenas, cuando no les convienen.
Ahora reconocen, también, que las escuelas catalanas son una fábrica de separatistas. De defensores de lo que
ellos llaman derechos fundamentales. Por menos de eso, en un país mínimamente
normal, con un gobierno mínimamente decente, esa gente daría con sus huesos en
la cárcel para no salir en una larga temporada. Pero como diría Leónidas de
Esparta, Esto. Es. España.
Y así nos va.
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