Con ser terrible que el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer se dedique a vituperar, por acción u omisión, nuestro pasado, nuestra Historia, todavía lo agrava más que al crimen añadan el insulto.
Quiero con esto decir que, si van
a hacer una desgracia, que la hagan, pero que no nos tomen por imbéciles. Porque
dudan de nuestra inteligencia -o nos hacen dudar de la suya- con las razones
que aducen para hacer lo que hacen.
Tomemos el caso de los premios
nacionales de investigación, hasta ahora portantes del nombre de un prestigioso
intelectual, llámese Santiago Ramón y Cajal, Gregorio Marañón o Ramón Menéndez
Pidal.
Y digo hasta ahora porque
el ministerio correspondiente -creo que el dirigido (es un decir)
por el man on the moon del gabinete- ha decidido dejar la denominación
de los galardones desnuda, monda y lironda. Como razones aducen que los premios
se van a refundir, disminuyendo su número, o que los científicos que les dan
nombre son varones y hay pocas mujeres.
Quien quiere algo encuentra medios; el que no quiere, busca excusas.
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