Con un mes de diferencia se han producido dos noticias relacionadas con el pretexto utilizado por el sátrapa alahuita para su última arremetida contra España. Esto es, la entrada en nuestro país, de tapadillo, del líder del Frente Polisario.
La primera fue que un juzgado comenzaba
a investigar la denuncia contra los funcionarios de Fronteras y Exteriores que autorizaron la entrada del susodicho. Teniendo en cuenta que o bien el
denunciado accedió a territorio nacional con pasaporte auténtico (en cuyo caso
nos encontraríamos ante un presunto delito de prevaricación y encubrimiento, ya
que expedir un visado de cortesía a un ciudadano extranjero con sus antecedentes
-genocidio, torturas y detención ilegal- supera todos los cánones de la
cortesía y se convierte en una resolución manifiestamente injusta y dictada a
sabiendas, en concurso real con un delito de encubrimiento), o bien lo hizo con
pasaporte falso (lo que entrañaría un concierto entre denunciado y autoridades
consulares y/o aduaneras de imposible justificación), decir que los hechos
hacen presumir la posible comisión de un delito resulta, como mínimo,
ligeramente conservador.
La segunda ocurrió ayer mismo, y
es que dos ninistras -la de Exteriores y la de Defensa-resultaron
salpicadas, ya que Exteriores dio órdenes al Estado Mayor del Aire para colar a
la joyita saharaui. Que no sé yo si está facultada para ello, pero ese es otro tema...
Todos los miembros de este desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer, del primero al último, son carne de presidio.
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