La gente suele decir que todos los políticos son iguales. No deja de ser curioso (nótese la ironía) de que los que suelen decir eso -conocidos o desconocidos de un servidor- suelen ser casi siempre de izquierdas (por algo será, digo yo).
Así, Isabel Díaz-Ayuso nombró, a
finales del mes pasado, a Toni Cantó como director de la nueva Oficina delEspañol. La reacción de la izquierda estuvo impregnada de esa cortesía
versallesca y esa prosodia aquilatada que les es tan propia: el socialista
alcalde de Valladolid dijo, textualmente, que Toni Cantó va a cobrar setenta y cinco mil euros por rascarse los huevos a dos manos. Tal cual. Que podrá
ser verdad, pero hay maneras y maneras de decirlo (no sé… ¿un masaje
bilateral de los dídimos, por ejemplo?).
Pero no, no todos los políticos
son iguales: mientras el psicópata de la Moncloa tiene un consejo de ninistros
elefantiásico -el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de
padecer-, la nueva estructura de Gobierno de la comunidad de Madrid ahorrará más de dos millones de euros al suprimir cuatro consejerías, así como otras
divisiones de gobierno.
Como en Rebelión en la granja:
todos son iguales, pero algunos son más (o menos) iguales que otros.
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