Hay una persona a la que aprecio mucho que sostiene que pienso como pienso y digo las cosas que digo (en materia de política, se entiende) porque leo y escucho a Jiménez Losantos.
Para empezar, sólo le leo; por
las mañanas, que es cuando habla el turolense, no escucho la radio. Sí escucho
su cadena de radio por las tardes y, sobre todo, por las noches, pero lo hago
por la misma razón que leo ABC o El mundo y no El país o Público:
porque -como sostengo desde hace mucho tiempo-, si partimos de la base de que
todos los medios de comunicación están sesgados, ¿para qué hacerse mala sangre
prestando atención a uno que tiene un sesgo contrario al tuyo?
Pero es que, por otra parte, los
rasgos que definen (o definirían) a Losantos yo ya los tenía desde mucho antes
de empezar a saber de él: detestar la izquierda en general y el comunismo en
particular -algún día contaré la historia, si es que aún no lo he hecho… baste
con decir que soy animal de costumbres-, afición a los motecitos (algo que mis
hermanos tuvieron que sufrir en nuestra infancia y preadolescencia), réplicas
veloces y aceradas (y eso que en ocasiones procuro morderme la lengua), buen
conocimiento de la Historia , afición a ir contra corriente…
Es decir, que no pienso como
Jiménez Losantos porque le escuche, sino que le escucho porque piensa como yo
o, por mejor decir, pensamos de manera parecida.
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