La izquierda española en particular y aquellos ignorantes que les votan -ojo, que no quiero decir con esto que todos los que votan a la izquierda son unos ignorantes; aunque, por otra parte…- parecen ser unos fieles seguidores del pensamiento mágico: basta con desear algo lo bastante para que ese algo se haga realidad.
Lo malo es que la realidad es muy
terca, y las matemáticas lo son más. Tomemos el caso del salario mínimo
interprofesional (SMI), que el desgobierno socialcomunista que tenemos la
desgracia de padecer -especialmente, su facción neocom- decidió subir como
remedio a los bajos ingresos de los trabajadores. Una chapuza, claro, como todo
lo que sale de las manos de estos individuos. Vamos a aclararlo con un sencillo
ejemplo.
Pongamos por caso que un
empresario dispone de cuatro mil euros para contratar trabajadores. Supongamos que
les paga lo menos posible, esto es, el SMI. Si el SMI es de ochocientos euros,
podrá contratar a cinco. Pero si el SMI sube a mil euros, sólo podrá contratar
a cuatro -que, además, para mantener la producción tendrán que producir como si
fueran cinco-, mientras que el quinto se irá al paro.
Y para que se vea que no soy sólo yo el que lo dice, el Banco de España ha confirmado que la subida del SMI destruyó empleo -hasta once puntos porcentuales- y afectó a los más vulnerable. Lo que suele llamarse un tiro por la culata. ¿La reacción de los patrocinadores de la medida, esa panda de iluminados que creen que los problemas de liquidez se solucionan dándole a la máquina de hacer dinero?
Animar a correr a gorrazos al gobernador del Banco de España.
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