No recuerdo cómo me enteré de la existencia de este libro. Conocía al autor, claro -me le heído Los cantos de Hyperion-, pero esta obra en concreto no la tenía fichada.
Durante gran parte de la lectura me ha costado recordar que no estaba leyendo una novela de Stephen King. De hecho, tanto por el entorno cronológico como por la temática, me recuerda poderosamente a It (y no soy el único). Comparte con ésta muchos puntos en común: los protagonistas son chavales, montan en bici, se enfrentan a una maldad tan antigua como el tiempo, hay chavales mayores que les hacen la vida imposible, sigue las mismas reglas de King (empieza despacio, va acelerando, se carga a algún personaje al que has cogido cariño, y acaba a todo trapo).
No llega a los niveles de excelencia de la obra del autor de Maine (probablemente, no lo pretenda), y tampoco me ha asustado tanto (también es cierto que soy varias décadas más viejo y me he leído casi todo lo que ha escrito King), pero entretiene y deja con ganas de más.
Y, en los tiempos que corren, eso no es poco.
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